La tarde del sábado pasado, durante su visita a la Provincia de ARU, el Padre General se reunió con más de 300 jóvenes ignacianos pertenecientes a los diversos núcleos de la Red Juvenil Ignaciana (RJI) de Argentina y Uruguay. El P. Sosa dio una breve charla, respondió preguntas de los jóvenes y presidió la Eucaristía.

En su intervención habló sobre los dos sínodos que se están preparando: el de los jóvenes y el de la Amazonía. Dijo que la Iglesia se dispone a reconocer dónde estamos, cómo está el mundo. Esto es más que hacer un análisis, puso el ejemplo del fenómeno de las migraciones y explicó que una cosa es saber que existe y otra reconocer que cada persona es una historia.

Respecto a la Amazonía señaló cómo la diversidad de la cultura humana expresa la inmensa capacidad que tiene el hombre de crear, porque es imagen y semejanza de Dios, y a través de esto también conocemos a Dios. A modo de ejemplo, en un encuentro reciente en la chiquitanía boliviana entre 100 asistentes pudieron contar más de 30 lenguas diversas. Pero esta riqueza –cultural, étnica, lingüística – de los pueblos indígenas se ve amenazada.

Luego, los jóvenes preguntaron sobre cómo ser fieles a Dios en una sociedad que puede resultar tan adversa, cómo anunciarlo y cómo crecer en la espiritualidad ignaciana. El P. General respondió que confiemos en que Dios está presente y actuando en el mundo, Él cumple su palabra, no estamos solos. Que reconozcamos lo bueno, la gente que vive y vive con fe, y que nos pongamos de esa parte. Nos alentó a ser realmente jóvenes, a no tener miedo de crear nuevos caminos y soñar. Y a que nos tomemos el tiempo necesario para la oración (y no cualquier tiempo, el mejor); para conocernos a nosotros mismos sobre todo desde la gratitud a Dios por los regalos recibidos; para el encuentro con el otro, mejor todavía si es en el servicio.

Durante la homilía de la misa tomó el episodio del joven que no se animó a seguir a Jesús porque era muy rico y señaló el contraste entre seguir a Dios por los ritos o seguirlo en libertad. La ley no sustituye ese seguimiento personal. Solamente el que es libre puede seguir al Señor. El desapego y la indiferencia, sobre los cuales San Ignacio insiste en los Ejercicios Espirituales, son un regalo que Dios nos quiere dar y la primera condición para poder discernir.

Fuente: Jesuitas ARU